Francisco Mora (Granada, 1945), doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense, acaba de publicar el libro Neuroeducación en la editorial Alianza, en el que afirma cosas como que la emoción es la base del aprendizaje y que no puede aprenderse aquello que no se ame.

Me gustaría pensar que las nuevas tendencias van a permitir que nos formemos y abracemos aquellas disciplinas que nos emocionen, que nos hagan  vibrar y evolucionar;  y así adquirir y desarrollar las habilidades óptimas que hacen que todos y cada uno de nosotros seamos únicos. Yo no soy ninguna experta en la materia, pero he sido y sigo siendo alumna perpetúa de todo lo que me emociona, el aprendizaje nunca termina…  En ningún momento, me gustaría utilizar el término fracaso, porque suena a lo que es, y eso no debiera tener cabida en el proceso de configuración del ser humano… sólo se fracasa, cuando uno se siente fracasado, cuando parece no haber más opciones ( y siempre las hay)…

Aprender desde el corazón, desde la alegría como apunta el Sr. Mora, no es cuestión de palmaditas en la espalda o gomets rojos o verdes… es sentir y vibrar con lo que se aprende, dejar que la curiosidad que todos llevamos como sello de fábrica esté latente y siga siendo parte del aprendizaje e itinerario de cada uno.  No hay fechas, sólo multitud de oportunidades.

Sin embargo, nuestro sistema educativo, colmado de  “peros” en los últimos tiempos, de desánimo por la contaminación de esos que se llaman políticos, está mermando y anulando la posibilidad de enseñar y aprender desde las emociones, desde la alegría. Fomentar la capacidad crítica de cada persona, de cada niño o alumno, permite generar los conceptos de manera autónoma, sin etiquetas, para después de interiorizarlos, trascenderlos e ir más allá.

Educar desde el corazón y las emociones, es manejarse desde un entorno natural sano y sin costes en el proceso educativo del niño…  pero pensar que el entorno en el que nos manejamos es el idóneo, traerá como resultado personas autómatas  y anestesiadas por un sistema en el que no se requieren librepensadores, ni personas felices. De qué nos han servido tantos años de evolución?